Diferenciemos la depresión, de la tristeza y del duelo.
La tristeza es una emoción básica. Podemos sentir tristeza por una amplísima variedad de cosas que nos pueden pasar todos los días. La tristeza la solemos reconocer fácilmente, la sentimos en el pecho, es una angustia, generalmente ante un evento podemos distinguir. Como todas las emociones, no tienen una duración muy prolongada en el tiempo. Podemos incluso llegar a estar unos días tristes y luego volver a nuestra normalidad. Es un estado de ánimo posible.
El duelo ocurre frente a una pérdida. Si perdemos a un ser querido, todos sabemos que “tenemos que hacer el duelo”. Esto se traduce a volver a organizar nuestra vida, pero sin la persona que perdimos. Ese espacio que queda vacío se llena de dolor. Es muy común que en este proceso podamos volver a sentirnos bien, hasta que nos enfrentamos a una situación donde la ausencia de esa persona se vuelve más que presente. Frases como “estaba bien, hasta que ví el programa de televisión que le gustaba…”, alguna situación provoca que todos los pensamientos alumbren esta falta. El duelo tiene etapas bastante reconocibles: negación, ira, negociación, tristeza, aceptación.
Ahora, en la depresión lo que está deprimido es el estado de ánimo. ¿Qué significa? Son las ganas de levantarse por la mañana, de emprender, de reír, de disfrutar, de producir. La apatía, la frustración, la inhibición, la tristeza y el enojo, hacen que pierda la capacidad de disfrutar.
Entre los síntomas podemos encontrar: disminución del interés o placer, cambio importante en el peso sin intenciones o cambios en el apetito, problemas para descansar (dormir mucho o muy poco), cansancio, sensación de enlentecimiento, dificultad para pensar y concentrarse, culpa o sentimiento de inutilidad, pensamientos de muerte (en los casos graves).
¿Qué sucede en el cerebro?¿Que causa la depresión?
La comunicación de las neuronas es a través de neurotransmisores y podemos asociar éstos a distintos fenómenos. En la depresión baja la cantidad de Dopamina (asociada al placer), la noradrenalina (baja la capacidad de atención), baja la Serotonina (asociada al bienestar y la felicidad), baja la cantidad de endorfinas (asociada a la felicidad).
Para hablar de las causas de la depresión, podemos dividirlas rápidamente en endógenas (ocurre por un desequilibrio en estos neurotransmisores) y exógena (la causa es por fuera del cerebro). Es bastante común que aparezca en determinados momentos de la vida, cuando los proyectos e ideas que teníamos se ven obstaculizados, detenidos o caídos. También al tener dificultades en el pasaje de una etapa del ciclo vital a otra. Al entrar en la adolescencia, con el nacimiento de hijos, al no encontrar trabajo o sentir que no progresa, al momento del retiro o la jubilación.
Es importante saber que una persona deprimida no está todo el tiempo triste y enojada, puede sonreír e incluso largar una carcajada. Sin embargo gran parte del día se siente agobiado por pensamientos negativos y por una tristeza profunda. Si sabés de alguien que esté atravesando este problema y lo ves reír, no creas que la depresión es mentira o que está actuando la felicidad.
¿Qué ocurre con los pensamientos?
Con respecto a los pensamientos, lo que hay es una visión negativa con respecto a sí mismo, a los demás y al futuro. En la depresión, los pensamientos negativos no son sólo de contenido negativo. Lo que sucede es que “negativiza” todo su pensamiento. Imaginemos que vive en una burbuja que tiene la capacidad de transformar todo lo que ingresa y “ver el vaso medio vacío”. A esto llamamos “esquemas” y nos referimos a la forma de pensar, no sólo al contenido.
Actividades que antes le encantaban y podía llegar a pasar horas concentrada y abstraída, le dejan de importar. Un problema es que deja de disfrutar. Sin embargo, el mayor problema ocurre cuando pierde la capacidad de disfrutar de las relaciones. Cuando deja de disfrutar las conversaciones, la intimidad, los juegos, las reuniones sociales. No hay forma de que esto no repercuta también en la otra persona. No hay forma de que la otra persona no se enoje, se sienta culpable o se canse. Esto retroalimenta el malestar que ya sentía antes. Somos espejos y el malestar se refleja en los otros. Sumemos el hecho de tener pocas expectativas y realizar actividades sin ganas ni concentración: los errores y las malas noticias no tardan en llegar. La persona con depresión confirma sus pensamientos: hay un problema con él, con los demás y en el futuro nada puede salir bien.
La depresión es uno de los trastornos más comunes y más invalidantes. Es muy fácil entrar en un circuito en el que se siente mal, por eso deja de hacer cosas que le daban placer, con lo cual se siente peor y continúa perdiendo actividades, relaciones y oportunidades. Estemos atentos a estos síntomas tanto en nosotros como en nuestro entorno. Reconocerlo es el primer paso para poder pedir ayuda profesional. No es fácil pedirla y asumir cómo se está, por lo que tengamos paciencia.
No perdamos el contacto con nuestra familia y amigos, con las actividades que nos gustan, con lo que disfrutamos, con los proyectos. Todo genera un equilibrio que nos mantiene sanos y nos mantiene vivos.
LIC. FEDERICO CARREÑO
Especialista en Psicología Clínica
M.N 69.864





